By Luego de ver el reporte diario del coronavirus en Chile por parte del Ministerio de Salud, siempre termino con más dudas que el día anterior. Aparentemente la misión es confundir, ya que tenemos dos listados de fallecidos, traspasos de un listado a otro, variaciones en función de la fuente, mínimos los lunes y una explosión de casos el viernes, debido a que el registro civil no trabaja el fin de semana, etc.
Lo lamentable es que la confusión no es una sorpresa, ya que este gobierno entre sus antecedentes muestra el “mejor censo de la historia”. El censo del 2012 fue tan malo que tuvieron que repetirlo el 2017. También podemos encontrar la reducción artificial de las listas de espera, que reveló la investigación del Centro de Investigación Periodística (CIPER) en 2013, lo que posteriormente fue confirmado por la Contraloría General de la República en el año 2017 y más recientemente todas las “situaciones” que rodearon el asesinato de Camilo Catrillanca y el estallido social, que las autoridades se encargaron de transformar en un estallido ocular masivo.
En una columna anterior escribí que “cuando los errores son constantes, dejan de ser errores”. En contexto de pandemia observamos semanalmente al gobierno envuelto en polémicas, desmentidos y justificaciones, pero cuando el ministro de salud Enrique Paris, luego de una sólida presentación, es consultado en relación al motivo de la inexistencia de un sumario sanitario en el caso del funeral del tío del presidente Sebastián Piñera, responde escuetamente que el funeral cumplió con los protocolos sanitarios, insultando la inteligencia de todo un pueblo.
Desde mi perspectiva el accionar del gobierno muestra muchas técnicas del ministro de propaganda Nazi Joseph Goebbels, en relación a negar verdades incómodas, desviar el foco de atención y tratar de construir la imagen de un único enemigo “poderoso” o “portentoso”. Todos vimos que se violaron los protocolos en el funeral, pero el Dr. París contra toda la evidencia, nos dice que se cumplieron, como si se tratara de una realidad interpretable en un mundo paralelo, donde la verdad ya no importa.
De vuelta al reporte, quizás la estrategia para escapar al escrutinio público y al fracaso es confundir, pero todos sabemos que el Tercer Reich terminó en ruinas, Hitler incapaz de enfrentar la derrota se suicida y Goebbels en su final de tragedia, junto a su esposa deciden acabar con sus vidas y las de sus seis hijos.
