By La Iglesia diocesana de San Felipe vivió una jornada de profunda alegría y esperanza con la ordenación diaconal en tránsito del seminarista Nicolás Flores Lázcano, quien tras más de diez años de formación y servicio pastoral recibió este ministerio de manos del obispo Gonzalo Bravo Álvarez en la Catedral de San Felipe. La celebración reunió al Clero Diocesano, sacerdotes amigos, seminaristas y a una gran cantidad de fieles que colmaron el templo, además de la presencia de Mons. Luis Migone, obispo auxiliar de Santiago y por años director espiritual de Nicolás.
La ordenación coincidió con la canonización de los jóvenes santos Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati, lo que dio un sello especial a la jornada. Antes de la misa, Nicolás realizó su profesión de fe y firmó su incardinación a la diócesis, y durante la ceremonia respondió con firmeza “Aquí estoy”, recibiendo el aplauso de la comunidad.
Entre los momentos más emotivos destacaron las letanías, la imposición de manos del obispo y el rito de la vestición, en el que participaron sus padres y el sacerdote Omar Orellana. En su homilía, Mons. Bravo lo exhortó a vivir el Evangelio con radicalidad y fidelidad, recordando las exigencias del seguimiento de Cristo.
Al finalizar, el nuevo diácono agradeció a sus padres, hermanos, familiares, comunidades, seminaristas y amigos que lo acompañaron en su camino, recordando con emoción a su abuelita y a su comunidad de oración en Rinconada, además de destacar la cercanía de los obispos que lo han acompañado en distintas etapas. Inspirado en Santa Teresa de los Andes, animó a los jóvenes a no temerle al “sí” de Dios.
Tras la misa, la comunidad se reunió en un compartir fraterno en los jardines de la Catedral, donde el grupo folclórico religioso de Longotoma ofreció un regalo musical. La diócesis elevó su gratitud a Dios por el don de un nuevo diácono y se unió en oración para que la vocación de Nicolás Flores siga creciendo hasta el sacerdocio.
