La araña de rincón (Loxosceles laeta) está presente en gran parte de Chile, tanto en zonas urbanas como rurales, y representa uno de los arácnidos de mayor riesgo sanitario del país.
Su actividad es nocturna y evita la luz. Se esconde en closets, roperos, detrás de muebles, dentro de zapatos y camas. Generalmente muerde en defensa propia, al sentirse acorralada.
El veneno puede causar loxoscelismo, que se manifiesta de dos formas. La cutánea provoca lesiones dolorosas y necrosis en la piel. La cutáneo-visceral compromete órganos como riñón, hígado y sangre, y puede ser mortal, especialmente en niños, con tasas de letalidad superiores al 20%. Estudios recientes identifican a la fosfolipasa-D como la toxina principal responsable del daño celular y tisular.
En Chile no existe un antídoto de uso rutinario. Su efectividad solo se ha descrito si se aplica en las primeras horas tras la mordedura, algo poco frecuente. Por ello, el tratamiento es sintomático: corticoides, antihistamínicos, antiinflamatorios, cuidados locales y hielo para reducir el daño.
La prevención es fundamental. Se recomienda separar camas de los muros, no colgar ropa ni toallas, mantener la casa ordenada, revisar y sacudir ropa y calzado antes de usarlos y revisar la cama antes de dormir.
En caso de mordedura, se debe lavar la herida con agua y jabón, conservar la araña para su identificación y acudir de inmediato a un servicio de urgencia.
El concejal Mario Méndez Allendes, médico veterinario y licenciado en Gestión Ambiental, enfatiza que conocer la especie, sus hábitos y depredadores naturales, como la araña tigre, es clave para prevenir accidentes y manejar adecuadamente las mordeduras.
La investigación en Chile avanza en kits diagnósticos y anticuerpos para mejorar la detección y el tratamiento del loxoscelismo, ofreciendo esperanza para futuros casos.