En la red, estoy en permanente contacto con e-magister, que son profesionales que dan a conocer distintos tópicos del quehacer humano y con variadas perspectivas. También recibo regularmente del Pastor Nelson Ponce, consejos para los profesores evangélicos de Aconcagua. En la última oportunidad de intercambio me envió para la reflexión, la vida de Warren Buffet, la segunda persona más rica del mundo, quien donó $31 mil millones de dólares para caridad.
Entre sus relatos de vida, es muy interesante saber que compró su primera acción a los 11 años y se lamenta a la fecha de haber empezado demasiado tarde, adquirió una pequeña granja a los 14 años con sus ahorros provenientes de repartir periódicos. Todavía vive en la misma pequeña casa de 3 cuartos en Omaha que compró luego de casarse hace 50 años. Dice que tiene todo lo que necesita en esa casa. Su propiedad no tiene ningún muro o reja. Maneja su auto a todas partes y no anda con chofer o guardaespaldas.
Nunca viaja en jet privado, a pesar de ser el dueño de la compañía de jets privados más grande del mundo. Su compañía Berkshire Hathaway, es dueña de 63 compañías. Escribe sólo una carta cada año a sus ejecutivos, dándole las metas para el año. Nunca convoca a reuniones o los llama regularmente. Enfatiza dos reglas, fundamentales: No perder nada del dinero de sus accionistas y no olvidar la regla número 1. No le gusta socializar con la gente de la alta sociedad, su pasatiempo cuando llega a casa es prepararse palomitas de maíz y ver televisión.
Bill Gates, el hombre más rico del mundo, lo conoció apenas hace cinco años, pensó que no tenía nada en común con Mr. Buffet, por esto, programó la reunión para que durara únicamente media hora y cuando Gates lo conoció, la reunión duró diez horas y Gates se volvió un fan del dueño de Wall Mart.
Es notable destacar que Warren Buffet no anda con celular ni tiene una computadora en su escritorio.
Su consejo para los niños, niñas, jóvenes y señoritas (sin distinción de género) es: “aléjese de las tarjetas de crédito e invierta en usted”.
Recuerde que el dinero no crea al hombre, sino que fue el hombre el que creó el dinero, la vida es tan simple como usted la haga.
El texto sagrado resuena cada vez más fuerte: “el amor al dinero, es la raíz de todos los males”.
Piense por usted mismo, no haga lo que los otros digan. Escúchelos, pero haga lo que lo hace sentir mejor, no se vaya por las marcas, póngase aquellas cosas en las que se sienta cómodo. Insiste en no gastar el dinero en cosas innecesarias, gaste en aquellos que de verdad lo necesita, después de todo es su vida.
¿Para qué darle la oportunidad a otros para dirigir su vida: lo que tiene que hacer y cómo debe conducir su ritmo vivencial?
Si el dinero no sirve para compartirlo con los demás, entonces ¿para qué sirve? Ayude aunque no pueda hacerlo, siempre habrá bendición para aquellos que saben compartir.
Es muy sugerente y motivante escuchar a otras personas enfatizar de no gastar el dinero que no se tiene, solicitando tanto crédito, préstamos, etc., esto fue inventado por la sociedad de consumo, así que antes de comprar algo, piense: ¿Qué me pasará si no lo compro? Si la respuesta es “Nada”, no lo compre; porque no lo necesita.
“Nada hemos traído a este mundo, ni nada nos vamos a llevar…”, a veces, cuando nos damos cuenta de esto, es demasiado tarde.
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